Mi primera vez en Pilates

por Andrea Fuente Vidal

Un relato real…

Noelia es una periodista navarra de 22 años, graduada hace menos de un año en la Universidad Complutense de Madrid. Como tantos jóvenes, hace unos meses tuvo que tomar la decisión de irse a otro país con el objetivo de mejorar su inglés y buscar un trabajo que le ayude a obtener experiencia laboral e incrementar su nivel de inglés. Así, desde septiembre trabaja de au-pair en un pequeño pueblo de Londres. Junto con una amiga suya, en la misma situación que ella, ambas van al gimnasio desde que llegaron allí.

Y fue entonces, cuando en el tablón de clases vieron que se impartía una de beginners Pilates, Pilates para principiantes. En una conversación que he tenido con ella, me ha contado su experiencia en dicha clase. Impresiones, sensaciones, ejercicios realizados, etc.

Ante la pregunta de qué sabía sobre el Pilates antes de realizar la clase, Noelia admitió que nada. “Tengo entendido que es una disciplina que se utiliza para relajar los músculos, que la practican muchas personas del mundo del deporte. Aunque también asocio el Pilates a ejercicios que realizan embarazas o recién paridas”, cuenta. Me ha confesado que, tanto su amiga como ella, decidieron probar esa clase de beginers pilates por mi colaboración en Fuentepilates.es, pues había acabado picándole la curiosidad. “Me acordé de que tú escribes en una web de Pilates y le propuse a mi amiga probar. Si no, tal vez no se me habría pasado por la cabeza acudir a una clase de esta disciplina”, afirma.

En clase fueron alrededor de 20 alumnos, su amiga y ella las más jóvenes, pues el resto eran personas mayores de 50 años. La profesora les preguntó si tenían algún tipo de impedimento, como problemas respiratorios, cardiacos o físicos. Según ella cuenta: “durante la clase se paseaba entre los alumnos asegurándose de que realizábamos bien los ejercicios y corrigiéndonos si no lo hacíamos correctamente. Además, insistía mucho en que si nos dolía, parásemos de hacer el ejercicio y no forzásemos porque podría ser perjudicial”.

Respecto a sus impresiones tras finalizar la clase… fueron bastante buenas. Admite que estiró mucho el cuerpo en general, que se sintió relajada y que hizo bastante ejercicio físico, sin resultarle difícil. No sorprende esta reacción, pues hay muchas personas que no creen en los beneficios del Pilates, bien porque no les gusta esta disciplina o porque lo asocian a personas mayores, madres que acaban de dar a luz o como parte de algún tipo de rehabilitación. Hace algún tiempo publicamos un vídeo sobre esto. Puedes verlo aquí.

A las dos semanas volvió, esta vez para una clase de Pilates normal. En nuestra conversación me ha afirmado que le resultó aún más fácil que el nivel de principiantes, que los alumnos eran más mayores (a excepción de su amiga y ella) y que la profesora “iba bastante a su bola, yo sabía en algunos ejercicios, que lo estaba haciendo mal pero no sabía cómo corregirlo y en ningún momento ella lo hizo”. Su primer pensamiento ante esta situación y habiendo personas de bastante más edad y con más dificultades físicas, fue que la profesora adaptó el ritmo de la clase a dichas personas, por lo que el nivel no era el de una clase de Pilates normal. Más bien que tuvo que adaptarse ella a un ritmo que, le dió la sensación, no era el que correspondía. Y eso que, tal y como Noelia me ha contado, hicieron ejercicios diferentes. “Es solo un pensamiento y mi propia opinión pero, por alguna razón me resultó más fácil que la primera clase a la que fui de beginners pilates y, no soy experta en Pilates, pero creo que no debería ser así”, sentencia.

Finalmente, a la pregunta ¿volverás a una clase de Pilates?, su respuesta ha sido la siguiente:

“Por ahora no volvería, no es un deporte para mí. Prefiero otro más activo, como cardio, por ejemplo. Creo que cada persona tenemos un ritmo y unos gustos deportivos. Ahora sé que los míos distan mucho de lo que puede ofrecerme esta disciplina, no porque considere que sea un deporte banal, hasta yo misma me sorprendí de cómo me cambió la manera de ver esta disciplina con el primer ejercicio que hice, sino todo lo contrario. Como he dicho, no soy una experta en Pilates y, probablemente, no estoy ni un poco cerca de entender un deporte así, así que tal vez no realicé los ejercicios correctamente y por eso me supo a poco. Quién sabe.”

Es cierto, que el ritmo de una clase debe estar adaptado de manera general, para que nadie vaya rezagado y esforzándose el doble o que, por el contrario, necesite más. Por este motivo, se suelen hacer grupos en los que el nivel es aproximadamente el mismo. Tal vez, si el ritmo de esa clase hubiese sido el adecuado al nivel, Noelia se plantearía volver.

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Marta Flores C.

Estudiante de periodismo

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